Discurso de Clausura 2da Jornada Contra la Corrupción 2018

DSC_0207
Noviembre 16 de 2018

Discurso de Clausura

2da Jornada Contra la Corrupción en Baja California 2018

Francisco Postlethwaite Duhagón

No supongas nada, honra tus palabras, haz siempre lo mejor que puedas y no te tomes nada de manera personal: los cuatro acuerdos toltecas, cuatro directrices de vida que resumen lo que en esencia debería de regir no solo el actuar del servidor público, sino el de la sociedad en general.

Porque si dentro de nuestro actuar privilegiáramos la verdad, la claridad y el valor de la comunicación, dejaríamos de suponer y prejuzgar, porque como decía el filósofo Claude Levi Strauss “la realidad más veraz, nunca es la más visible”.

Ahí recordé una opinión del Dr. Mauricio Merino, publicada en el año 2017, que nos habla que hasta ahora, la idea de combatir la corrupción ha sido vista como una cuestión de honor y venganza; en la cual el servidor público responde a un estereotipo de oscuridad y deshonestidad, y cuyo único motor es la codicia e interés personal; idea que ha sido fomentada, incluso desde algunos de nuestros actores políticos, en donde “los buenos políticos” se presentan como una alternativa frente “a los malos” y donde ofrecen meterlos a la cárcel y con eso saciar la sed de venganza de la sociedad. Esa imagen ha servido para diseñar discursos políticos y para encasillar a adversarios en el papel de villanos; pero también ha contribuido a envilecer la concepción propia de la corrupción y a convertir la batalla en su contra, en una caricatura, y en la que la propia sociedad contribuye al suponer y prejuzgar como corruptos a todo servidor público o político.

Y aquí resulta importante distinguir entre políticos y servidores públicos, porque no todos los políticos son servidores públicos ni todos los servidores públicos son políticos, así como aclarar que ni todos los políticos son corruptos ni todos los servidores públicos velan por su interés personal. Es más, me atrevería a afirmar que son los menos.

Sin embargo, la tarea que tenemos por delante es grande, la necesidad de crear verdaderas comunidades éticas, serán la base del servicio profesional de carrera que se deberá implementar; y en el que se distinga el doble aspecto del servidor público, en el cual se fortalezca de manera técnica a los servidores, pero a la vez, se creen mejores personas.

Lamentablemente la burocracia mexicana ha desarrollado patrones de relación humana basados en la rigidez de una pirámide que se origina desde el más encumbrado funcionario y baja en línea recta hasta el último de los empleados.

Esto último adquiere suma relevancia porque de nada sirve un servidor público más preparado técnicamente si no trabajamos a la par con el fomento de los valores, tales como integridad, la transparencia, la rendición de cuentas, la eficacia, la lealtad a la ley y el compromiso social hacia el bien común; en otras palabras: un servidor honesto, debemos pues, para lograr esto transitar a una democracia más horizontal en la que exista una corresponsabilidad de responsabilidades.

Y es precisamente ese estándar el que buscamos, no creemos que sea un objetivo utópico, somos capaces de eso, debemos serlo, ya que hoy más que nunca la sociedad lo necesita como ejemplo.

Es en ese sentido que la ética no puede ser ignorada por los gobiernos, pues orienta hacia lo que es pertinente y justo para la sociedad. Auxilia en la toma de decisiones, permite al ciudadano la deliberación, y por lo tanto es un pilar en el actuar, en decir, indica qué es lo que debe hacerse y qué omitirse, resuelve dudas, aconseja, ofrece principios, aporta sabiduría, entendimiento, prudencia, ecuanimidad y capacidad de juicio en la toma de decisiones.

Honrar tus palabras, recordemos pues que los servidores públicos al asumir nuestra encomienda sujetamos nuestro actuar al mandato de la Ley, la ética de la responsabilidad pública trasciende el valor de la lealtad al jefe, pues si bien este es un valor loable, resulta insuficiente en el servicio público, puesto que la primera lealtad de un servidor público es a las normas jurídicas y éticas que rigen su cargo o función. Escudarse o excusarse en la lealtad personal al jefe no es admisible en el servicio público, habida cuenta que en el régimen disciplinario de un gobierno civil y democrático la primera obediencia de un servidor público es a la Ley.

Por eso no es casual ni insignificante la protesta que se rinde cuando se asume un cargo. Si en realidad queremos combatir la corrupción, tenemos que tomar en serio lo anterior y exigir mayor profesionalismo, mismo que implica entre otros requisitos, la integridad de nuestros servidores públicos desde los mandos superiores hacia abajo. Una lealtad sin honestidad y responsabilidad se traduce en sumisión o peor en complicidad.

Por ello, y al lograr una organización horizontal dentro del servicio público, se propicia la llamada cultura de “abogado del diablo” y en la que se empodera a los servidores públicos a fin de que los mismos sean agentes de cambio.

Debemos pues, crear las condiciones necesarias en las cuales los servidores públicos cuenten con una estabilidad laboral, que no se encuentre supeditada a los constantes cambios políticos o de titulares dentro de la administración pública, para de esta manera adoptar de autonomía y libre albedrío al funcionario, y romper con el círculo vicioso de los amiguismos y designaciones improvisadas de funcionarios.

Haz siempre lo mejor que puedas, si bien México necesita nuevas prácticas, estas únicamente se lograrán con políticas públicas bien diseñadas y ejecutadas, que se traduzcan en una nueva forma de ser y hacer las cosas, que produzcan mejores resultados dentro del servicio público, y como consecuencia en una mejor gobernanza.

Al ciudadano no le importa si eso se logra con nuevas reglas o procedimientos, lo que le interesa al ciudadano son los resultados en recibir un mejor trato del servidor público, un trato eficiente, imparcial y honesto del servidor público, si las políticas públicas no nos dan ese nuevo modelo de servidor público, nada va a cambiar si no   cambiamos nosotros, si nosotros no damos lo mejor que podamos.

Por último, no te tomes nada de manera personal; en algunas ocasiones el servicio público puede resultar ingrato, sin embargo, aquel individuo que ingresó al servicio público con el fin de obtener reconocimiento o aplausos de la sociedad, está desubicado, ya que el servicio público implica un sacrificio.

Es por ello que los exhorto a ver hacia adelante, sin reproches ni recriminaciones, con miras a un beneficio común, ya que cuando nos enfocamos a luchar contra lo viejo solo cosechamos frustraciones y nos deprimimos; el secreto del cambio decía SÓCRATES, es enfocarse a no luchar contra lo viejo sino en construir lo nuevo, pero lo nuevo requiere reconocer la realidad y no vivir de ilusiones o irreales expectativas, como lo hemos hecho costumbre los mexicanos; la realidad demanda responsabilidad, es decir, capacidad de responder. Nuestra costumbre es por lo regular responder con nuevas reglas y normas, pero eso es insuficiente, las acciones tienen que florecer en nuevas prácticas, y para eso requerimos instituciones públicas fuertes, regidas y dirigidas por personas competentes y honestas que estén al servicio del bien público.  En las que se recupere la visión de que el estado es una empresa moral en el objetivo de alcanzar el bien colectivo, en la que se recobre la dignidad de los servidores públicos y en el que se enfatice el trabajo especializado y profesional, y todo ello no basándolo únicamente en el castigo y vigilancia si no también reconstruyendo el factor crítico de la capacidad organizacional de la Administración Pública para un buen gobierno.

Aun nos falta mucho, no debemos olvidar la máxima de que la corrupción empieza cuando se nombra para un cargo público a quien no es competente, en ese sentido urge implementar un régimen profesional de carrera del servicio público, regido por los méritos en cuanto a capacidad técnica, vocación de servicio, compromiso social y honestidad, y no por las relaciones o influencias como lo es actualmente. Será pues y parafraseando al Dr. Mauricio Merino “cuando cobremos conciencia plena de lo que esto puede significar para nuestra sociedad, seremos los principales aliados de esta batalla civilizadora”

Sin embargo, y al verlos hoy aquí a todos, al escuchar sus propuestas e inquietudes, no pierdo la convicción y esperanza de que lograremos nuestro objetivo.

 

Deja un comentario